lunes, 23 de noviembre de 2015

Recuérdame cuando camines

Recuérdame cuando camines
Y te pares y le pares
Y acaso él supondrá tu pensamiento
Una mentira de vergüenza
Regalado un suspiro al viento.

Recuérdame cuando tengas café entre las manos
Y te queme la rebeldía
Y cuando entre tus dedos resbale
La sed codiciosa
La amargura temblorosa
De un despertar sin bailes

Recuérdate, triste y enrojecida
Pasabas desapercibida
No sin antes otear el horizonte

Que tus ojos dibujaban
Que tus labios deslucían y robaban.

Recuérdate cuando calle la fuerza de las mareas
Cuando no oigas mis silbidos
Y te preguntes dónde estabas
Y te preguntes a dónde me había ido
Después de tanto tiempo.

Recuérdanos, profanos y niños
No muy lejos
No tan cerca como creímos.

Pero sobre todo, recuérdame
Por eso que pudo haber sido
Por las ánimas en otoño
Por tu rímel resplandecido
Por tu mirada y mi desvío

Recuérdanos

Como dos tristes en el río.

martes, 27 de enero de 2015

Seamos sinceros.

Es sorprendente el cacao mental que vive la política occidental. Y no sólo sus políticos, carentes de un discurso contundente, sino de los ciudadanos cuyas aspiraciones se limitan a las habladurías de gentes no más sabias que ellos. Discursos como el de Syriza de Tsipras o el de Podemos de Pablo Iglesias han cambiado mucho desde su concepción y con su maduración. ¿Significa esto que sus líderes han variado su ideología al haber moderado fuertemente su mensaje?

La respuesta es que no han tenido más remedio que hacerlo. Tanto el neo-liberalismo como el comunismo libertario viven ajenos a la época de la globalización que nos ha tocado vivir. Las medidas de desregulación económicas de los 70, junto con la caída del bloque soviético, han suprimido el alineamiento. No hay potencias a las que sumarse ni apoyar, por lo que todos nos encontramos remando "en la misma dirección". Y las bases impuestas por unos Estados Unidos en la cúspide de su hegemonía histórica han de ser aceptadas por todos.

Pero, enfocándonos en este momento desde el punto de vista del ciudadano europeo, o del español, ¿qué podemos pedirles a nuestros gobernantes? Organizaciones supranacionales como la Unión Europea, y sobretodo los casos sangrantes del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, han existido supeditadas a los intereses capitalistas desde su concepción. Esto se traduce en el incondicional apoyo a los regímenes derechistas, a la financiación contrarrevolucionaria, al desvío de fondos en beneficio de organizaciones criminales (casos como el de Manuel Noriega, o de numerosos países de Centroamérica)... En definitiva, organismos que siempre se han opuesto a todo atisbo posible de cambio político. No hay más que ver cómo en Europa, sobretodo por tierras germánicas, están literalmente soltando rayos por la boca con el triunfo de Tsipras. ¿Hay razones para ello?

Tampoco veo tantas. Hoy en día, todo organismo que esté inmiscuido en una organización internacional sabe que su bienestar depende buenamente de ello. Se ha difuminado la línea entre lo ética y lo políticamente correcto. En efecto, como español me avergüenza pertenecer a un aparato gubernamental que financia las tropas ucranianas en esa guerra civil, por ejemplo. Pero lo he comentado anteriormente. La globalización tiene como efecto directo que hoy en día una autarquía sea inviable. Y no valen ejemplos como el de Corea del Norte, cuya sociedad posee características completamente diferentes a cualquier estado europeo (y, aún así, recibe sendas inversiones extranjeras).

¿A dónde quiero llegar? A que medidas como la salida del €, de la Unión Europea, de la OTAN y de toda esa amalgama de organizaciones no sólo son inviables, sino imposibles. No puede aplicarse un modelo de estado autárquico en un mundo tan asentado en el mercado y la cooperación internacional. Sin ir más lejos, más del 90% de las infraestructuras con las que cuenta nuestro país han salido de un fondo de inversión europeo, y existe algo llamado derecho internacional que ciertos grupos no pueden pasarse así como así por el forro. De hecho, y a pesar de ser un viejo resquicio de la Guerra Fría, la salida de la OTAN dejaría a España en pañales frente a Marruecos y los países árabes. Quizá esta sea una de las realidades que el ciudadano medio pase mucho por alto al pedir la independencia militar.

Es triste esta situación, de hecho desearía que España, Grecia y una larga lista de estados oprimidos internacionalmente pudiesen tan siquiera optar a su soberanía. Al elegir cómo quieren hacer las cosas y en qué organizaciones no quieren participar. Como español, no quiero a la OTAN, no quiero a la Unión Europea y tampoco quiero una moneda administrada por bancos alemanes. Pero, y a pesar del carácter trágico que vive incluso así nuestro país, no querría que se nos condenase a la inmundicia absolutas. Y el ir en contra de una globalización forzosa podría desembocar en una ruina sin precedentes.


P.D: He escrito este artículo basándome en las argumentaciones de numerosos grupos de extrema izquierda y extrema derecha, cuyas bases ideológicas les impulsan a hacer un modelo de estado propio de otra época. Igual que sería impensable hoy en día volver al feudalismo de la Edad Media, las sociedades colectivizadas son también de otro siglo, de otro tiempo. Por ello hay que aplicar las medidas pertinentes y responsables al período histórico que nos ha tocado vivir.

De hecho, el propio Marx decía que sus tesis debían aplicarse en base a la historia, cultura y sociedad de un país, y no ser un movimiento uniforme. Eso explica la enorme heterogeneidad y cúmulo de pensamientos que derivaron del suyo propio del siglo XIX. Hay que saber lo que se pide, y quién está en una disposición más favorable para conseguirlo.